CÓMO SERVIR EL VINO
Preámbulos
Antes de servir la botella a su temperatura adecuada, disfrutemos del conjunto que a ella la envuelve: admiremos su vestido, su etiqueta, su cápsula, la estética. Por eso nunca debemos taparla con un paño ni envolverla. La primera percepción debe ser visual.
Pasos
· Abriremos la botella convenientemente.
· Decantaremos el vino (según en qué casos).
· Trataremos la botella (o recipiente) con el máximo cuidado hasta su consumo final.
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CÓMO ABRIR UNA BOTELLA
1. Realizaremos, en primer lugar, un corte en la cápsula por debajo del rompegotas, retirando esa parte de la cápsula que nos queda sobrante.
2. Posteriormente limpiaremos el borde de la botella que ha estado en contacto con la cápsula.
3. A continuación extraeremos el corcho con delicadeza -procurando no atravesarlo con el sacacorchos-, de forma que no se estropee ni se hiera.
4. Finalmente, limpiaremos el borde de la botella por su interior.
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PROTOCOLO
En una comida en casa, dejaremos la botella delante del anfitrión, que generalmente será quien lo sirva.
En un restaurante, con personal especializado para el servicio, el ceremonial cambiaría.
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DECANTAR O NO EL VINO
Se ha escrito muchísimo a cerca de ello, con opiniones muy dispares y contradictorias. De hecho, se ha intentado incluso hacer creer que se trataba de modas, de un tema insignificante. Y no lo es.
No obstante, cabe decir al respecto que hoy día la decantación se ha convertido en una moda impuesta, bonita y algo teatral. Es casi un espectáculo, acompañado de una panafernalia escénica con vistosos utensilios.
Sin embargo, detrás de todo esto existen consideraciones de gran valor técnico que requieren de nuestra atención.
1. Limpiar impurezas. No olvidemos su principal función: decantar es en realidad separar el vino limpio de los posos que hayan podido formarse durante su envejecimiento y conservación. Posos que no son agradables al consumidor. Por tanto, cuando hay posos debe decantarse un vino, siempre.
2. Airear el vino (jarrear). A veces más que decantar lo que buscamos es airear el vino, despojarlo de aromas desagradables. Por eso al trasladar el vino al decanter, realmente lo que hacemos es “jarrear vino sin depósitos”.
Antes de realizar esta operación, debemos pensar que ese aireado puede producir efectos benéficos… pero también nocivos.
Entre los benéficos, la desaparición del olor a asfixiado o cerrado de algunos vinos; entre los nocivos, la pérdida de parte del bouquet y que además pueda enturbiarse.
Ante los pros y los contras, sin duda técnico sensoriales o enológicos, deberíamos adoptar posturas de prudencia, pensando si debemos decantar o no antes de hacerlo. Y en caso de decantar finalmente un vino, realizarlo siempre en el último instante antes de ser consumido, no mucho antes.
En muchos casos por una decantación inadecuada o rutinaria, podemos romper en un momento el trabajo, arte y amor aportados a un vino durante largos años.
Con estas líneas no deseamos imponeros complicadas normas de estética y servicio con estilo; se tratan tan sólo de pequeños cuidados a tener en cuenta y detalles que os recomendamos, para ayudaros a gozar, más aún si cabe, de una botella de vino.
Desde la Academia, brindamos por vosotros. ¡Salud! ¡Soidi!
Este artículo ha sido escrito por nuestra académica de honor, Isabel Mijares.