Historia del Postre: 20 postres mundiales
Durante los últimos meses los hogares españoles se han colmado de bizcochos, creps, tartas, magdalenas y otros postres, buscando en la cocina quizá esa normalidad que de puertas afuera no encontrábamos y, en cierto modo también, comenzando a inculcar a los más pequeños el arte y amor por los fogones con recetas más seductoras y divertidas.
La fiebre por la repostería casera arrasaba en supermercados, dando como resultado estantes vacíos de ingredientes básicos como la harina, huevos o levadura… ¡y es que a nadie le amarga un dulce!
Entre los tartas que más buscamos durante el confinamiento encontramos: tarta de la abuela, tarta de galletas y natillas, tarta de chocolate, tarta Tatin, tarta de galletas María, tarta de queso fría, tarta de 3 chocolates, tarta de manzana, tarta de queso Philadelphia o tarta de zanahoria. Entre los bizcochos, el mug cake de chocolate y el de yogur.
Mirando ahora todo con perspectiva deseamos ir más allá, aportando nuestro granito de arena desde la Academia con 20 dulces reconocidos mundialmente (algunos altamente recomendables en estos abrasadores días) y con una breve intro sobre la historia del postre.
¡A remangarse!
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UNA DULCE HISTORIA
Si queremos encontrar el origen del postre, debemos fijarnos en dos aspectos:
El origen del producto. En primer lugar debemos indagar en el momento en que surge el dulce como tal, ubicándonos en el descubrimiento del azúcar y la miel de abeja.
El azúcar nace en Nueva Guinea, donde en el 8.000 a.C. se utilizaba la caña de azúcar para decorar los jardines y, más tarde, para masticarla aportando ese peculiar sabor dulce. No es hasta el 4.500 a.C cuando pasa a cultivarse en China, La India y posteriormente en el cercano Oriente. Los persas introducen el cultivo de la caña de azúcar después de sus incursiones militares en la India (510 a.C.) y Alejandro Magno (327 a.C.), tras la invasión de este mismo país, llevó hasta Europa las primeras noticias sobre la caña de azúcar. Siglos más tarde, Marco Polo (1254-1324) fijó su atención en el jugo dulce que se utilizaba para endulzar determinados manjares en China. No obstante, fueron los árabes quienes introdujeron el cultivo de la caña de azúcar en Egipto, Rodas, Palestina, Siria y norte de África, extendiéndose por todo el Mediterráneo y llegando más adelante, en el siglo VIII, a la costa andalusí.
En cuanto a la miel, podríamos arrancar en los comienzos de la repostería, pastelería y confitería, cuyo arte nace en primer lugar de la panadería.
Los griegos aprendieron de los egipcios la cocción del pan, y de ellos ha llegado hasta nosotros el concepto de «pastel», tal y como lo concebía el pueblo heleno, que había desarrollado una pastelería muy adelantada. Su repertorio era inagotable, existiendo incluso numerosos productos regionales elaborados únicamente en su lugar de origen, como es el caso de los glycinias cretenses -con vino melado y aceite-, o el de los stolytes y los artocros -pasteles grasientos que se vendían en el teatro de Atenas-.
La adición de miel y otras sustancias edulcorantes, en combinación con diferentes productos (dátiles, higos), parece que llega pronto a Grecia procedente de Turquía, y de Grecia pasa a la Roma de los césares. Los pasteleros romanos se independizaron, formando un gremio propio a finales del siglo II a.C., y aunque se trataba de una pastelería menos prolífica que la griega, sin duda ejerció una gran influencia sobre la dulcería ibérica.
El origen de la tradición. En segundo lugar, debemos hablar del postre como costumbre durante las comidas. Y aquí es donde todos los puntos confluyen en el mismo lugar: Roma.
Fueron los romanos los primeros en comenzar a tomar los postres -secundae mensae- a lo largo de sus copiosas comidas, aportando dulzor a la transición entre plato y plato salado.
Este “dulce pecado” estaba formado principalmente por frutas de temporada y bizcochos, ya que la oferta era algo escasa durante aquella época. El más codiciado era el panettone estilo italiano, cuya base procedía de un buen fermento, miel y un puñado de frutos secos, productos que encontrábamos en abundancia en tiempos romanos.
Centrándonos ahora en nuestro país, puede decirse que los dos grandes influencias en nuestra repostería y postres han sido romanos y árabes. De los romanos aprendimos las técnicas de elaboración. A los árabes les debemos el renacimiento de la repostería (olvidada con la invasión de los bárbaros) así como numerosas costumbres, tradiciones y un gran número de alimentos que han perdurado hasta nuestros días. De hecho, si observamos dulces tradicionales elaborados en nuestro entorno, podremos darnos cuenta de las muchas similitudes con sus homólogos árabes y nortafricanos.
Veamos Extremadura…
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EL POSTRE EN EXTREMADURA
Antes de nada, debemos hacer mención especial de nuestro manjar natural durante esta época: la fruta extremeña.
Si ya son archiconocidas y de una calidad superlativa las cerezas del Jerte, no menos importantes son nuestras ciruelas en todas sus variedades (amarilla, roja y negra), higos, melones, sandías, paraguayos, melocotones… que nos aportan dulzor sin aditivos con una categoría inigualable.
Somos los primeros productores nacionales de fruta con hueso y sin duda una de las despensas más importantes de la Comunidad Europea.
Desde la Academia Extremeña de Gastronomía siempre hemos defendido como pilares de la vida tanto el ejercicio físico com una alimentación sana, equilibrada y completa. Nuestra fruta, por tanto, es la guinda de este pastel.
En cuanto a nuestro dulces tradicionales más conocidos destacaremos entre otros los huesillos, la flores o los pestiños extremeños. Podéis encontrar sus recetas en Sabor a Extremadura, web que os recomendamos tanto para conocer como para encontrar productos extremeños.
Eso sí: os invitamos a degustar estas delicias in situ en nuestra tierra y en su momento ideal (entre otoño y Semana Santa), pues este ingente bochorno continuo no invita precisamente a disfrutar de ellos con total plenitud. No te defraudarán, te lo aseguramos.
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POSTRES MUNDIALES
Nos vamos ahora a países reconocidos por sus exquisitos y, en muchos casos, premiados postres: Italia, Argentina, Alemania, Egipto, Brasil, Portugal, Colombia, Rusia, España, Francia, México o Perú.
Demos una vuelta por todos ellos, endulzando y refrescando cada paso.
Gelato italiano (gelato fior di latte)
Uno de los postres clásicos de Italia, si bien existen gelaterias en muchos países de Latinoamérica y Europa.
Aunque pudiera confundirse con el helado, su experiencia es totalmente diferente.
Este postre es, como dicen en Italia, “un verdadero arte culinario”, exquisito y sumamente saludable. La diferencia entre este postre y el helado son los productos. Para preparar gelato se utilizan productos 100% naturales, sin tanta grasa ni azúcar como el helado y con mucha mayor cremosidad.
Ingredientes
400 g de leche entera (2 1/2 tazas), 5 huevos, 1/2 taza de azúcar, 1 cucharadita de extracto (como vainilla o almendra) y 1 taza de producto que dé sabor (como puré de frutas o chocolate).
Como ingredientes extras: chispas de chocolate, pedacitos de fruta o caramelo.
Elaboración
Llena una olla poco profunda con agua y hazla hervir ligeramente (pocas burbujas). La olla debe ser lo suficientemente grande como para que le quepa un tazón más pequeño que soporte temperatura.
Vamos con los huevos, separando las yemas de las claras. Utilizaremos 2 tazas: una para las claras, otra para las yemas.
A continuación pon la leche en una olla a fuego medio. Caliéntala hasta que empiece a hervir, bajando entonces su temperatura.
Bate las yemas y el azúcar en el tazón. Aprovecha mientras la leche se calienta, pues combinaremos rápidamente los ingredientes. Bate los huevos y el azúcar hasta que la mezcla esté tersa, sedosa y ligeramente espesa (durante al menos 2 minutos).
Si vas a usar un extracto como vainilla o almendra, agrégalo a la mezcla de huevo.
Vierte la leche lentamente a la mezcla de huevo mientras continúas batiendo. No la agregues muy rápido, pues la temperatura de la leche puede cocer los huevos y convertirlos en revueltos.
Pon el tazón en la olla de agua hirviendo suavemente y revuelve. Usa una cuchara de madera para revolver la mezcla de forma constante, mientras se cuece lentamente. Empezará a espesarse hasta convertirse en una natilla. La mezcla estará lista para retirar del fuego cuando cubra el dorso de la cuchara, al levantarla del tazón. Quítala del fuego y déjala enfriar.
Para intensificar el perfil de sabor del gelato, puedes agregarle fruta, chocolate, caramelo u otros extras.
En el caso del gelato con sabor a fruta, prepara un puré de la fruta que desees añadir y agrégalo al gelato mientras se encuentra todavía a temperatura ambiente.
Un gelato de chocolate puede prepararse agregando chocolate derretido a la base, dejándolo enfriar un poco antes de hacerlo.
También puedes coronar tu gelato agregándole algunos chocolate, chispas de chocolate, pedacitos de fruta o caramelo para crear diferentes texturas y sabores. Las nueces picadas o semillas de cacao también funcionan, otorgando un agradable efecto crujiente.
Cubre el tazón de gelato con film transparente y déjalo enfriarse completamente en el frigorífico. A continuación, introdúcelo en el congelador durante unas 3 ó 4 horas.
Deja unos momentos fuera del frío antes de servirlo.
Tarta de chocolate o Tarta Vianner
Según la historia, la receta original se sirve en el café del Hotel Sacher de Viena. Se cuenta que este hotel fue fundado por la familia del creador de este postre delicioso y han mantenido el secreto muy bien guardado a través de los años.
Ingredientes
· Ingredientes para el bizcocho y el relleno: 100 g de mantequilla, 100 g de almendras peladas, 6 huevos tamaño L, 100 g de azúcar glas, 100 g de azúcar blanco, 65 g de cacao puro en polvo, 100 g de harina de trigo, 10 g de levadura química (tipo Royal) y 300 g de mermelada de albaricoque.
· Ingredientes para la cobertura de chocolate: 100 ml de nata para montar, 130 g de chocolate para fundir, 20 g de mantequilla sin sal y 2 cucharadas soperas de agua.
Elaboración
Lo primero que vamos a preparar es el bizcocho. Para ello comenzamos dorando las almendras, puedes hacerlo poniéndolas en una bandeja de horno y a 150ºC durante unos 15 minutos vigilándolas que no se quemen, o más rápido en una sartén como hemos hecho nosotros, apenas 5 minutos a fuego medio y removiéndolas para evitar que se doren demasiado.
Con una picadora las trituramos y las dejamos como si fuera una harina gruesa para que se mezcle perfectamente con los demás ingredientes. Reserva.
Precalienta el horno a 170ºC mientras preparas el bizcocho.
En un bol grande mezcla la mantequilla (que deberá estar en textura pomada, es decir, sácala al menos 30 minutos antes de la nevera para que sea fácil trabajar con ella) y el azúcar blanco, y bátelo bien hasta que la mezcla sea densa y blanquecina y el azúcar se haya integrado con la mantequilla.
Ahora vamos a montar las claras. Los huevos deberán estar a temperatura ambiente, por lo que sácalos de la nevera al menos media hora antes de comenzar a manipularlos. Separa las yemas de las claras dejando las claras en un bol grande y móntalas con unas varillas manuales o eléctricas. Cuando estén casi montadas añade el azúcar glas y sigue con el proceso, procurando que no queden muy duras.
En el bol en el que teníamos la mantequilla y el azúcar añade las yemas de una en una batiendo a la vez, y haz lo mismo con las almendras molidas. Incorpora también el cacao a través de un colador para que no tenga grumos y sigue batiendo hasta que todos los ingredientes se hayan integrado entre sí.
Incorpora las claras poco a poco y mezcla con movimientos envolventes con ayuda de una lengua de cocina para que no se baje su esponjosidad.
Con la ayuda de un colador, echa la harina haciendo que pase por él para que se tamice, es decir, para que caiga a la mezcla sin grumos y se disuelva mejor. Haz lo mismo con la levadura química. Mézclalas también con movimientos envolventes.
Forra un molde redondo con papel de horno (si es de silicona, no necesitas el papel), y echa la mezcla del bizcocho. Estas cantidades son ideales para un molde de 22cm que suele ser lo estándar, ya que si es más grande te quedaría demasiado bajo.
Introduce el molde en el horno a altura media y hornea alrededor de 35 minutos. Para comprobar si está listo, introduce un palillo en el bizcocho, y si sale limpio es que ya está listo. Si no, déjalo unos pocos minutos más pero vigilando no pasarte para que no pierda jugosidad.
Sácalo del horno y déjalo enfriar 10 minutos dentro del molde. Después desmóldalo y déjalo enfriar completamente para seguir con el siguiente paso.
Pon dos palillos en el bizcocho como puedes ver en la fotografía, así te servirán de guía para cuando tengas que volver a unirlo. Divídelo en dos partes y darle la vuelta al bizcocho, así quedará visible la parte de abajo que será más recta y lisa.
Ahora que tienes dos capas, pinta la de abajo con la mermelada de albaricoque y vuelve a colocar la capa de arriba encima haciendo coincidir los palillos, y aplastando cuidadosamente para que las dos partes queden unidas. Hay quien recorta los bordes para que queden perfectamente definidos. Eso depende de la perfección estética de que cada.
Ahora vamos con la cobertura de chocolate, que es una parte con cierta complejidad pero también divertida, y además para los más chocolateros es un auténtico placer «repelar» ese chocolate sobrante que escurre la tarta.
Pon en un cazo la nata, y cuando hierva aparta del fuego y añádele el chocolate ligeramente troceado y la mantequilla. Con una lengua de cocina remueve bien hasta que el chocolate se disuelva por completo (todo esto hazlo rápidamente para que la mezcla siga caliente). Incorpora las 2 cucharadas de agua, es el truco definitivo para que la cobertura fluya por la tarta y quede bastante liso.
Ten preparado el bizcocho encima de una rejilla y ésta sobre una bandeja porque el chocolate va a hacer su aparición.
Vierte por encima la cobertura de chocolate directamente del cazo y procura bañar todo el bizcocho de forma que no tengas que alisarlo ni ayudarte con una cuchara ni nada, simplemente se irá adaptando a la tarta. Procura que los bordes queden también cubiertos de chocolate, y para esto quizás si te puedas ayudar un poco de una cuchara.
Déjala enfriar al menos 30 minutos (aunque esto depende de la estación del año), hasta que veas que se ha solidificado la cobertura, si bien es cierto que ganará mucho si podemos dejarla reposar 24 horas.
Tiramisú
Su aparición se sitúa en la Venecia de los años cincuenta y su nombre deriva de la expresión «te tira su», que podría traducirse por «levántate», perfectamente comprensible con los ingredientes que lleva.
Su preparación es sencilla, si bien existen diferentes variantes de su receta original. Aquí os daremos la original.
Ingredientes
2 claras de huevo, 4 yemas de huevo, 100 g de azúcar, 400 g de queso mascarpone, 200 g de bizcochos de soletilla, 175 ml de café, 200 g de chocolate negro rallado y cacao en polvo.
Elaboración
En primer lugar, prepararemos una cafetera con café bien fuerte y lo dejamos enfriar.
A continuación, montamos las claras a punto de nieve y las reservamos.
En otro recipiente grande batimos las yemas con el azúcar hasta que tenga una consistencia espumosa.
En este momento añadimos el mascarpone poco a poco, mientras continuamos batiendo a poca velocidad. Incorporamos las claras montadas y mezclamos con una espátula realizando movimientos envolventes.
En un molde rectangular, ponemos una capa de bizcochos de soletilla empapados en el café. Los cubrimos con una capa de crema de mascarpone y encima espolvoreamos la mitad del chocolate rallado.
Repetimos la operación: capa de bizcochos con café, capa de crema de mascarpone y capa de chocolate rallado. Por último espolvoreamos con cacao en polvo y guardamos en la nevera un mínimo de tres horas, preferiblemente durante toda la noche, para que la mezcla coja más cuerpo.
Pastéis de Nata o pastéis de Bélem
En nuestra gira mundial del postre no podía faltar todo un clásico de nuestra hermana Portugal, el famoso pastel de Belém. Una delicia que podremos encontrar en cualquier rincón del país por su perfecto acompañamiento de una bica, esa deliciosa tacita de café que con tanto mimo saben preparar.
A inicios del siglo XIX en Belem, junto al Monasterio de los Jerónimos, existía una fábrica de caña de azúcar. En 1834, debido a la Revolución Liberal, muchos conventos de Portugal fueron clausurados dejando a sus habitantes en desamparo.
Para subsistir, algunos miembros del convento pusieron en marcha un pequeño comercio anexo a la fábrica de caña, donde preparaban los “pastéis de Belém” con una antigua y secreta receta procedente del Monasterio.
Tres años más tarde comenzó la fabricación de estos dulces de una manera más organizada y en mayor cantidad conservando desde entonces la receta original, algo muy meritorio que otorga a estos dulces un valor añadido.
Ingredientes
1 l de leche entera, 500 g de azúcar blanquilla, 100 g de harina de trigo, 12 yemas de huevo, 600 g de masa de hojaldre (2 planchas rectangulares de 300 g), la piel de medio limón, 1 palo de canela, mantequilla para untar los moldes y moldes metálicos (pequeños y bajos, a ser posible).
Elaboración
Preparación de la masa:
Comenzamos con la masa de hojaldre porque necesitamos que repose un tiempo dentro de los moldes antes de añadir el relleno.
Con cada capa de hojaldre (que deben ser rectangulares) haremos el mismo proceso: enrollamos la masa haciendo un rulo o cilindro. Cortamos porciones de unos 3 cm.
Untamos de mantequilla los moldes y colocamos un cilindro en el centro de cada uno.
Los moldes que he usado son tipo flan de huevo, en España va a ser difícil encontrarlos iguales a los Portugal pero tal como veis en las fotos sirven. Los moldes de papel aluminio quizás sean los que más se parecen.
Poco a poco vamos adaptando la masa para que coja la forma del molde, del centro hacia fuera, dejando el borde un poco más gordito.
También pinchamos con un tenedor la base de la masa. Dejamos que repose unos 20 minutos.
Preparación de la crema para rellenar:
Separamos unos 200 ml de la leche en una taza y añadimos la harina.
Batimos bien con un tenedor, para que se vaya diluyendo. No deben quedar grumos así que incluso podemos darle un toque de batidora. Reservamos.
En una cazuela, calentamos la leche junto con la piel de limón (sin la parte blanca, para que no dé amargor) y el palo de canela, así se infusionan y aportan sabor.
Cuando comience a hervir la leche, añadimos poco a poco la mezcla de harina y leche sin parar de remover. Cuando vuelva a hervir, retiraremos la piel de limón y el palo de canela.
Añadimos ahora el azúcar, de nuevo poco a poco, al mismo tiempo que removemos continuamente. Cuando obtengamos una masa bien homogénea, apagamos el fuego y dejamos que repose 10 minutos. Durante este tiempo espesará un poco.
Separamos las claras de las yemas de una docena de huevos. Guardamos las claras para otras futuras recetas.
En un bol o taza batimos ligeramente las yemas y las incorporamos, pasándolas por un colador, al resto de ingredientes.
Mezclamos bien hasta obtener una crema lisa y homogénea, de un color huevo intenso. La textura deseada es la de una crema pastelera semilíquida.
Horneado y presentación final de los pasteles de Belém:
Precalentamos el horno 5 minutos a 220º C (función calor total).
Colocamos los moldes en la bandeja del horno, pasamos la crema a una jarra y vamos rellenando las tartaletas sin llegar al borde de la masa. Dejamos un poco de margen para que no se nos desborde la crema.
Introducimos la bandeja en la parte central y horneamos 15-20 minutos a 220º C, hasta que veamos que la crema está dorada/tostada. Cada horno es un mundo diferente, así que estad pendientes para impedir que se quemen.
No os preocupéis si veis que sube mucho la crema mientras se hornea, es normal. Luego se bajará quedando en su punto óptimo.
Pasado el tiempo, retiramos y dejamos atemperar un poco antes de degustarlos.
A la hora de tomarlos pueden disfrutarse tanto calientes como fríos, dependiendo de vuestras preferencias. Si deseas comerlos tal y como los sirven en la Fábrica de Belem, llévatelos a la boca cuando estén templados, espolvoreándolos con azúcar glas o canela justo antes de degustarlos.
Pávlola
Pávlola, es un postre que transmite dulzura, sin duda. El origen de este postre se lo disputan Nueva Zelanda y Australia. El postre fue inspirado en una bailarina rusa, Anna Pávlola, y es de ella que recibe el nombre de pávlola. Según se cuenta, el creador del postre vivía enamorado de esta bailarina.
Ingredientes
4 claras de huevo a temperatura ambiente, 1 taza de azúcar, 1 cucharadita de vinagre blanco, 1/2 cucharada de harina de maíz, 1/2 cucharadita de extracto de vainilla, 1/2 taza de crema para batir y 1 cucharada de jugo de limón fresco.
Para la cobertura:
2 tazones de frutas como fresas, frambuesas, kiwi, maracuyá, plátano, arándanos o duraznos, 1/2 de taza de azúcar y crema batida.
Elaboración
Precalienta el horno a 140º C y cubre una bandeja para hornear con papel aluminio, dibuja un círculo de 18 centímetros de diámetro aproximadamente sobre la lámina. Es importante no romper la lámina, sólo marcarla. Retira.
Bate las claras de huevo a velocidad media en un recipiente de metal hasta que formen picos suaves y esparce el azúcar a las claras de huevo (que deben estar a punto de nieve).
Inmediatamente, espolvorea la harina de maíz y vinagre en el merengue y mezcla con una espátula de plástico mientras le agregas suavemente la vainilla.
Esparce el merengue en la lámina a manera de base circular y hornéalo una hora y 15 minutos.
Apaga el horno y deja la puerta entreabierta para que el merengue se enfríe y sácalo para colocarlo en un plato.
Bate la crema con el extracto de vainilla hasta que forme picos, lava y corta la fruta para decorar.
Esparce con una espátula suavemente la crema hasta cubrir la parte superior.
Panna Cotta
Este postre italiano es originario de la región Piamonte, pero esta receta ha conquistado todo el país y el resto del mundo.
Como podrás comprobar, hemos elaborado la receta sólo con nata tal y como es la verdadera panna cotta italiana. Es cierto que la leche rebaja un poco las calorías de este postre, pero también que la panna cotta perderá consistencia, textura y sabor.
Ingredientes (6 personas)
· Ingredientes para la panna cotta: 500 ml de nata para montar, 5 hojas u 8 g de gelatina (en hojas o en polvo), 100 g de azúcar y esencia de vainilla o bien 1 vaina de vainilla.
· Para el coulis de fresas: 450 g de fresas, 100 g de azúcar y el zumo de 1/2 limón.
Elaboración
Comenzamos con el coulis:
Lava y limpia las fresas, eliminando el rabillo y eventuales partes blancas.
Pon en un cazo las fresas cortadas en tropezones junto con el azúcar y el zumo de medio limón. Cocina primero a fuego alto y luego, progresivamente más bajo, durante 20 minutos. Remueve de vez en cuando. Tiene que quedar una consistencia más bien melosa, no densa como una mermelada.
Si quieres puedes triturarla.
Preparamos ahora la panna cotta original:
Pon la gelatina en hojas en remojo en agua fría durante 5 minutos.
Mientras, pon en un cazo la nata con el azúcar y la esencia de vainilla (si usas una vaina tienes que abrirla por la mitad para sacar las semillas que meterás con la nata). Cocina a fuego medio alto sin parar de remover. Poco antes que empiece a hervir aparta del fuego y añade la gelatina en hojas o en polvo. Remueve bien hasta que la gelatina quede del todo disuelta.
Vierte la panna cotta en un molde o táper y deja reposar en el frigorífico, mínimo durante dos horas. También puedes servirla en vasitos individuales, en cuyo caso puedes poner una capa de coulis en el fondo del vaso, una capa de panna cotta y otra capa de coulis en la superficie para darle un aspecto exquisito.
Para los que tienen Thermomix:
Pon en remojo las hojas de gelatina.
Prepara primero el coulis. Pon las fresas en el vaso y programa 4 sec. a vel. 4. Añade azúcar y limón y programa 20 minutos, temp. 100º vel. 2 y giro invertido. Si la quieres sin tropezones, la puedes triturar a tu gusto.
Limpia el vaso y pon nata, azúcar y vainilla. Programa 6 min., temp, 90º vel. 3. Añade la gelatina y programa 20 sec. vel. 5.
Vierte la panna cotta en un molde o un táper y sigue el proceso final comentado anteriormente.
Consejo: para obtener una panna cotta mucho más cremosa añade sólo 4 hojas o bien 6,5 g de gelatina, si bien tendrás que servirla en vasitos.
Pastafrola
Pastafrola, también conocido con el nombre pasta flora, es un postre artesanal típico de Argentina, Paraguay y Uruguay. Esta tarta es característica por la preparación original de la masa de pastel cubierta por dulce de membrillo, aunque varía entre dulce de leche, dulce de guayaba y otros. Si tienes la oportunidad de viajar a alguno de estos países, no dudes en probarlo.
Ingredientes
2 tazas de harina (para dietas sin gluten, pueden sustituir por la misma cantidad de mezcla de harinas aptas), 1/2 taza de azúcar (para dietas sin azúcar, pueden sustituir por la misma cantidad de Splenda y usar dulce de membrillo sin azúcar), 2 cucharaditas de polvo de hornear, 1/2 cucharadita de sal, 1/2 taza (100g) de manteca, 2 huevos apenas batidos, 1 cucharada de agua, 1 cucharadita de vainilla, 1 cucharadita de ralladura de limón, entre 400 y 450 g de dulce de membrillo y 2-3 cucharadas de agua bien caliente.
Elaboración
Precalentar horno a 180°C (horno medio).
Aceitar o enmantecar una fuente o asadera de aprox. 20 x 30cm y forrar con papel manteca o aluminio (pueden no ponerle papel, pero una vez fría va a ser mucho más fácil sacarla del molde y cortarla).
En un bol colocamos la harina, el azúcar, el polvo de hornear y la sal.
Agregamos la manteca en cubitos y deshacemos con las manos hasta que quede un textura de “arenado”.
Añadimos los huevos batidos, el agua, la vainilla y la ralladura de limón, mezclando hasta que quede una masa homogénea (no batir ni amasar).
Colocamos unas 3/4 partes de la masa dentro de la fuente y presionamos con las manos hasta extender por todo el fondo. Trata de que quede parejo para que el resultado final sea uniforme. Si se te pegan los dedos a la masa utiliza un poco de harina sigue presionando.
Coloca el dulce de membrillo, cortado en cubitos, en un bol independiente o en el de la batidora. Agrega el agua caliente y pisa bien con un tenedor o bate hasta lograr una pasta suave y lisa (puedes usar también un mixer). En la batidora o mixer el membrillo quedará más cremoso y aireado.
Espárcelo encima de la masa como una capa pareja. Ayúdate por ejemplo de un cuchillo.
Coge ahora el 1/4 de la masa restante y agrega un par de cucharadas más de agua para que quede más blandita, introduciéndola a continuación dentro de una manga con pico liso.
Comienza a hacer las cintas de masa hacia un lado y hacia el otro con la manga.
Lleva al horno a 180º durante unos 35/40 minutos o hasta que esté la masa doradita (asegúrate de que el horno no esté muy caliente ya que puede dorar demasiado rápido la masa de arriba pero la masa de la base puede quedar cruda).
Finalmente, deja enfriar completamente y corta en cuadraditos o barritas alargadas.
Kanten
A diferencia de muchos otros postres, esta delicia llamada Kanten no sumará ni peso ni calorías a tu día a día. Se trata de una especie de gelatina con frutas de origen japonés elaborada a base de una exótica mezcla de algas llamada agar-agar, que puedes encontrar en el súper en presentación en polvo o en copos, y que incluso tiene propiedades que ayudan a reducir los niveles de glucosa y la presión arterial.
Ingredientes
4 cucharadas soperas de agar-agar en copos, 1 l de jugo de manzana, 1/4 de cucharadita de sal marina y 1 taza de kiwi o de tu fruta favorita.
Elaboración
Coloca en una olla el jugo de manzana, la sal y el agar-agar. No mezcles ni remuevas y deja reposar 10 minutos.
A continuación lleva la olla a fuego bajo hasta que rompa el hervor removiendo suavemente de vez en cuando.
Continúa la cocción durante 10 minutos o cuando notes que el agar-agar se haya disuelto completamente.
Lava y seca las frutas que has elegido y acomódalas en un molde rectangular.
Seguidamente, vierte encima el kanten y deja reposar durante 15 minutos antes de meterlo en la nevera, en donde debe permanecer al menos una hora antes de servirse.
Crema de papaya
La creme de papaya, creme de mamão, o crema de papaya en español, es un postre brasileño que se creó a fines de la década de 1980 y fue muy popular durante la década de 1990 en Brasil. Aunque no es tan popular hoy en día, todavía forma parte del menú de la mayoría de los restaurantes, incluidas las churrascarias brasileñas en EE.UU. y otros países.
Ingredientes
500 g de papaya madura aproximadamente la mitad de una papaya de tamaño mediano, 3 cucharadas de helado de vainilla, 6 cucharadas de crème de cassis y hojitas de menta o hierbabuena.
Elaboración
Pela la papaya. Retira las semillas y córtala en trozos grandes.
Pon la papaya en una licuadora, agrega el helado de vainilla y mezcla a alta velocidad entre 1 y 2 minutos hasta obtener una consistencia suave.
Vierte en vasos de vidrio individuales o tazones y cubre con crème de cassis.
Corona con una hojita de menta o hierbabuena.
Cholado
El Cholado es el cruce entre un postre helado, un cóctel de frutas y una bebida, popular en la región de El Valle de Colombia. Se elabora con hielo raspado, fruta fresca, leche condensada, salsa de maracuyá y mora y está cubierto con coco rallado y una cereza. Es un postre maravilloso para el verano y, como puedes comprobar por sus ingredientes, sano y natural.
Ingredientes
Hielo, 1 taza de fresas cortadas en cubitos, 1 taza de rebanadas de plátano, 1 taza de cubitos de piña fresca, 1 taza de mango cortado en cubitos, leche condensada a tu gusto, 1 taza de coco rallado, cerezas para decorar.
Para la salsa de maracuyá: 2 tazas de pulpa de maracuyá, 1/2 taza de agua y 3/4 taza de azúcar.
Para la salsa de mora: 2 tazas de pulpa moras, 1/2 taza de agua y 3/4 taza de azúcar.
Elaboración
Para hacer las salsas: Mezcla el agua, la pulpa de fruta y el azúcar en una cacerola pequeña. Llévalo a ebullición a fuego medio-alto.
Continúa cocinando la mezcla hasta que el azúcar se disuelva, obteniendo así una mezcla espesa. Deja enfriar el jarabe en el frigofrífico antes de usarlo.
Una vez tengamos las salsas a la temperatura ideal, pasamos a prepara el resto de ingredientes.
Trituramos el hielo en una licuadora o procesador de alimentos.
Pon los vasos para servir en una superficie de trabajo. Añade 1/2 taza de hielo triturado, salsa de maracuyá y mora sobre el hielo. Agrega un poco de leche condensada en la parte superior.
Coloca 1 pila de fruta en la parte superior del hielo. Rocía más leche condensada en la parte superior de la fruta.
Decora con coco rallado y una cereza.
Buñuelos de viento
El origen de la palabra buñuelo es un poco controvertido, porque si bien para unos deriva de puñuelo, una especie de bolas que los romanos amasaban con los puños, otros creen que procede del francés beignet, que significa bulto, protuberancia. Se trata de una pasta hecha a base de harina mezclada con leche, huevo y levadura que se fríe en abundante aceite. Los hay salados o dulces, de calabaza, de bacalao, de yuca… y los buñuelos de viento que, una vez fritos, se rellenan de crema o de chocolate. En España se consumen especialmente durante el Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos.
Todo apunta a que el origen de la receta es árabe. Se cree que surgieron en Almogía, un pueblo de Málaga, en el año 1090, cuando el rey sevillano Mohamed ben Abad Al Motamid cercó la fortaleza de la ciudad. Viendo que escaseaban tanto la comida como la leña que usaban para los hornos, un panadero llamado Abdelaziz ben Drisi el Jabazún hizo recuento de vituallas y decidió preparar unas tortitas de masa de agua y harina; luego las subió a lo alto del castillo y las metió en los calderos de aceite hirviendo que se usaban para arrojarlos a los asaltantes. Así surgieron los buñuelos de viento.
Con la receta que a continuación os damos, tendréis unos 25 buñuelos caseros.
Ingredientes
150 g de harina, 250 ml de agua, azúcar, canela, 4 huevos, la piel de un limón, 50 g de mantequilla, 10 g de levadura en polvo (tipo levadura Royal, no de panadero seca), aceite de girasol y una pizca de sal.
Elaboración
Comenzamos poniendo en un cazo la piel del limón y la mantequilla. Agregamos agua y cocemos.
Cuando rompa a hervir retiramos la piel del limón e incorporamos la harina y la levadura en polvo de golpe (ponemos la pizca de sal). Con la ayuda de una varilla mezclamos todo. Veremos que poco a poco se va haciendo una masa y se despegará del fondo.
Retiramos y dejamos enfriar. Ahora vamos agregando los huevos uno a uno y mezclamos. Al principio parecerá difícil que se integre pero poco a poco veréis que se va creando una masa.
Ahora es momento de freír los buñuelos en una buena cantidad de aceite de girasol. Cogemos una cuchara y vamos incorporando porciones de masa al aceite medio caliente. Cuando digo medio caliente es que no debe estar a fuego fuerte porque se harían muy rápido y deben de freírse lentamente (orientativamente, en una vitrocerámica de 10 niveles lo pondríamos en el 4,5.
Veréis que se están empezando a hacer porque se dan la vuelta solos y se van formando los buñuelos.
Los tendremos como unos 6-8 minutos en el aceite.
Directamente del aceite lo pasamos a una mezcla de azúcar y canela para que se pegue bien el azúcar y luego a un papel absorbente.
El Milhojas
El milhojas de crema es un postre clásico que combina la suavidad de la crema con la textura crujiente y ligera del hojaldre.
Ingredientes
500 g de hojaldre congelado (o una cajita ya que suelen venir 2 láminas de 250 g), 4 yemas de huevo, 50 g de harina fina tipo Maizena, 150 g de azúcar en polvo, 1/2 l de leche entera, vaina de vainilla para que quede más aromática, 40 g de mantequilla, cáscara de limón, una pizca de canela y 100 g de azúcar glas.
Elaboración
Al estar congelado, debes dejar la masa de hojaldre en la nevera la noche anterior. También puedes dejarla a temperatura ambiente varias horas.
Precalentamos el horno a 180º y mientras preparamos la crema pastelera.
En un cazo, ponemos la leche con la vaina de vainilla y la piel de limón al fuego.
Mientras tanto, en un recipiente, mezclamos las yemas de huevo, el azúcar y la harina.
Cuando la leche comience a hervir retiramos del fuego, añadiendo al cazo de la leche la mezcla del recipiente. Removemos hasta crear una crema homogénea.
Ponemos de nuevo el recipiente al fuego y añadimos la mantequilla.
Removemos para que no se nos pegue; en dos minutos aproximadamente la crema irá espesando. Apaga el fuego y dejar enfriar. Mientras vamos con el hojaldre.
Estiramos la masa con un rodillo o una botella de vidrio vacía.
Dejamos el hojaldre con un grosor de unos 2 mm, cortándolo en tres rectángulos, las capas de hojaldre de nuestras milhojas.
Colocamos el hojaldre en una bandeja o fuente de horno y horneamos durante 10-12 minutos, más dos o tres de reposo. El hojaldre debe estar dorado y crujiente.
Una vez tenemos el hojaldre, alternamos una capa de hojaldre con una cucharada de crema pastelera, otra capa de hojaldre y la crema pastelera y la capa final.
Una vez tengas montadas las milhojas, cortamos en porciones sin apretar en exceso con un cuchillo afilado y algo caliente (lo introducimos en agua caliente para que el filo tome temperatura).
Para finalizar, espolvoreamos con azúcar en polvo.
Crêpes francesas
La tradición francesa manda dar la vuelta a la primera crêpe que cocines sujetando el mango de la sartén con una moneda de oro. Es por esta razón por la que muchas familias francesas guardan un Luis o Napoleón de oro que se pasa de generación en generación. Esta primera crêpe no se come: se coloca encima de un armario –colocar o proyectar con la sartén, como hace Vielcazat– hasta el año que viene, pues da buena suerte.
Cada vez más restaurantes y bares ofrecen en sus cartas diferentes variedades de crêpes. Algunas saladas, otras dulces, la combinación puede ser infinita pero la clave de todas estas recetas está en la masa.
En este caso, iremos más allá de una crêpe tradicional y os damos una exquisita y original receta de Esther Clemente (@tatin_blog), que a su vez tomó de una pequeña crepería tradicional de la bretaña francesa.
Ingredientes para 4 personas
Para las crêpes: 125 g de harina de trigo, 250 ml de leche, 2 huevos y 20 g de mantequilla.
Para el relleno: 4 manzanas (Granny Smith), 30 g de mantequilla y 80 g de azúcar.
Para el caramelo salado: 200 g de azúcar, 100 g de agua, 200 ml de nata líquida para montar y sal Maldon en escamas, al gusto.
Elaboración
Comenzaremos preparando la masa de los crepes. Para ello batimos en el vaso de una batidora de mano todos los ingredientes a temperatura ambiente hasta que los veamos bien incorporados. Dejamos reposar durante quince minutos. Una vez pasado el tiempo vamos haciendo los crepes en una sartén antiadherente o en una crepera, y reservándolos en un lugar caliente mientras que hacemos el relleno.
Para elaborar el relleno comenzaremos cortando las manzanas en pequeños dados. En una sartén o un cacito derretimos la mantequilla salada y añadimos el azúcar, dejando que se haga un caramelo rubio poco a poco. Añadimos los dados de manzana y les damos unas vueltas para que se bañen del caramelo, bajamos el fuego y las dejamos cocer unos minutos hasta que reblandezcan.
Por otra parte para hacer el caramelo salado calentamos la nata en un cacito y la reservamos. Ponemos una sartén al fuego con el azúcar y el agua a fuego lento hasta que obtengamos un caramelo de color dorado.
Una vez hecho, separamos la sartén del fuego y le añadimos con mucho cuidado pues salta y puede quemarnos, la nata caliente y las escamas de sal Maldon, removiendo rápido hasta que se mezcle con el caramelo y se forme una salsa espesa de color marrón dorado. Echamos las manzanas caramelizadas en este caramelo salado, y rellenamos los crepes envolviéndolos con el relleno en su interior.
Consejo: para coronar totalmente este postre puedes acompañarlos con una bola de helado de vainilla.
Mousse
Mousse es un vocablo francés que significa “espuma” y de eso se trata precisamente esta irresistible preparación. Dulce o salada, si se sirve como entrada, la mousse puede ser tanto fría como caliente. Ahora bien: si es un postre (como es el caso), se servirá bien fría.
Para los que tenemos el placer de tener muy cerca a nuestros vecinos lusos, Portugal te sorprenderá con sus mousses caseras elaboradas en múltiples de sus establecimientos de restauración, ya sean chics o en el bar del pueblecito.
La mousse parece por primera vez en un recetario de 1755, Les soupers de la cour, del cocinero francés Menon. En dicho recetario describía tres mousses: de café, de azafrán y de chocolate. Todos se hacían con crema de leche batida a la que se podían añadir claras de huevo. Se servían en unos vasitos de plata o vidrio que recomendaba guardar en hielo un par de horas hasta el momento de consumirlas, en un recipiente especial de hojalata para mantenerlas frías. De todas ellas la más famosa mousse es la de chocolate, que aunque comienza a aparecer por medio de Menon, tiene dos auténticos posibles creadores: uno, el pintor Henri de Toulouse-Lautrec; otro, el artesano chocolatero español Manuel Cordero.
Ingredientes para 4 personas
200 g de chocolate negro, 30 g de mantequilla sin sal, 80 g de azúcar, 4 huevos grandes y 2 láminas de gelatina.
Elaboración
Para hacer esta receta de mousse de chocolate puedes emplear el chocolate que más te guste, de mayor o menor intensidad, incluso puedes emplear chocolate con leche si quieres que el resultado final sea un poco menos intenso, aunque nosotros vamos a emplear un chocolate negro normal, el de siempre.
Empezamos derritiendo el chocolate junto a la mantequilla y el azúcar, para lo que vamos emplear un cazo, que pondremos a fuego lento. El chocolate lo cortamos en trozos, al igual que la mantequilla, para facilitar el proceso. Debemos obtener una mezcla homogénea, pero sin que hiervan los ingredientes. Si prefieres puedes hacer este paso empleando el microondas. Una vez tengas el chocolate mezclado con la mantequilla y el azúcar, viértelo en un recipiente y deja que se enfríe bien.
Por otro lado ponemos las láminas de gelatina a hidratar en agua, y vamos a separar las yemas de los huevos de las claras, usando las manos para ello, que es la forma más rápida. Si nunca lo has hecho, es fácil, colocas un cuenco debajo de tu mano, rompes el huevo y lo echas en la misma, y dejas escurrir entre los dedos la clara, y la yema la echas en otro recipiente. Hay otros sistemas, pero a nosotros nos parece el mejor el sistema de toda la vida.
Una vez tengamos los huevos separados, vamos a montar las claras a punto de nieve, junto a una pizca de sal, para lo que podemos emplear una batidora de varillas para facilitarnos la tarea, ya que si lo hacemos a mano es bastante laborioso. Cuando hayamos conseguido montar bien las claras, vamos a añadir la gelatina hidratada y la vamos a mezclarlo todo bien para que no queden restos de gelatina, y reservamos para más adelante.
Cuando la mezcla del chocolate esté bien fría, vamos a añadir a la misma las yemas de los huevos y removeremos lo mejor posible, para que queden bien integradas con el resto de la masa de forma uniforme. A continuación añadimos las claras montadas junto con la gelatina, y mezclamos suavemente, hasta que nos quede la textura adecuada para la mousse de chocolate. Vamos a rellenar las copas con nuestro mousse y dejaremos en la nevera que enfríen bien durante al menos 2 o 3 horas antes de servir.
Caballeros pobres
Su peculiar nombre posee un curioso origen: el postre nace en Yucatán, México, y se le otorga ese nombre pues la historia cuenta que se empezó a preparar en los lugares más pobres de la ciudad. Además, los ingredientes son bastante básicos y económicos.
También es cierto que al ver sus ingredientes y elaboración encontramos muchas similitudes con nuestras famosas torrijas.
Ingredientes
1 barra de pan francés de varios días, 125 ml de leche, 125 ml de leche condensada, 1 cucharadita de vainilla, 5 claras de huevo, 1 cucharada de aceite, 1 l de agua, 3 clavos, 1/2 taza de pasas, 1 raja de canela y 1 1/2 taza de azúcar.
Elaboración
Cortamos el pan en rodajas.
Batimos las claras en un bol.
Mezclamos las 2 leches y la vainilla en otro bol.
Pasamos el pan primero por esta mezcla, después por el bol de las claras.
Ponemos a freír, escurrimos y vamos reservando cada.
Dejamos enfriar.
Preparemos ahora el almíbar: hervimos el agua con todos los ingredientes (los clavos, las pasas, la canela y el azúcar) a fuego medio sin dejar de mover hasta que espese, durante 30 minutos aproximadamente. Dejamos enfriar.
Finalmente, colocaremos los caballeros en una bandeja con fondo, pues a continuación verteremos el almíbar ya frío sobre ellos.
Antes de degustarlos, los dejaremos enfriar en la nevera durante 1 hora.
Mazamorra morada
Es un postre típico de la gastronomía peruana elaborado a base de maíz morado concentrado con fécula. Este postre se prepara especialmente en el mes de octubre, en donde se conmemora al Señor de los Milagros.
El consumo de mazamorra morada está muy extendido, existiendo puntos de venta en la calle que venden porciones de este y otros postres tradicionales de la gastronomía peruana, como por ejemplo el arroz con leche, el arroz zambito, la mazamorra de calabaza y algunas bebidas como champús.
Ingredientes
1 kg de maíz morado, desgranado, 3 clavos de olor, 3 palitos de canela, 1 piña pelada y picada, 1 manzana Granny Smith pelada y picada, 1 membrillo pelado y picado (opcional), 3 l de agua, 1/2 taza de ciruelas pasas, 1/2 taza de albaricoques secos, 1/2 taza de harina de camote o chuño (tubérculos), 1 1/2 taza de azúcar, 1 limón verde (tipo Key Lime) y canela en polvo.
Elaboración
Desgrana el maíz y corta las corontas (mazorca del maíz después de desgranarse) en varios trozos. Coloca en una olla con los clavos, canela, cáscaras de piña, manzana y membrillo. Cubre con el agua.
Tapa y lleva a ebullición durante 15 minutos. Baja el fuego a medio y sigue cocinando a medio tapar durante 1 hora y 30 minutos o hasta que el líquido se reduzca a unas 8 tazas.
Apaga el fuego, cuela y descarta los sólidos.
En la misma olla vierte el líquido, añade 2 tazas de piña picada, la manzana y el membrillo picados, las ciruelas pasas y el azúcar. Deja romper el hervor, baja el fuego a medio y cocina unos 20 minutos más o hasta que la fruta esté suave.
En una taza disuelve la harina de chuño con un poquito de agua y vierte de poco a poco en la olla, sin dejar de remover hasta que veas que tome cuerpo y comience a espesar. No tienes que usar toda la harina. Cocina durante 5 minutos más, removiendo todo el tiempo.
Apaga el fuego, agrega el jugo de limón, vierte en recipientes, rocía con canela en polvo, y sirve.
Basbousa
El Basbousa es un delicioso postre de origen egipcio. Se trata de una torta dulce hecha con harina de sémola, coco y jarabe de azúcar con sabor a limón o rosa. Tradicionalmente es cortado en rombos y decorado con almendras.
El Basbousa se come como postre pero también por las tardes acompañado de bebidas típicas. Es común encontrarlo en los menús para merendar y es una opción deliciosa para disfrutar de los sabores tradicionales de la gastronomía árabe.
Ingredientes
350 g de sémola, 200 g de yogur, 100 g de azúcar, 150 g de mantequilla, 1/2 cucharadita de bicarbonato de sodio, 1 cucharadita de polvo de hornear, 50 de polvo de coco, 1/4 de cucharadita de sal, 75 g de harina, de 15 a 20 almendras y 1 cucharadita de extracto de vainilla.
Para el jarabe: 1 taza de agua, 1y 1/2 taza de azúcar, 1 cucharadita de agua de rosas y 1/2 cucharadita de jugo de limón.
Elaboración
Hierve un poco de agua en una cacerola, remoja las almendras en ella durante unos 30 minutos.
Pela la piel y corta en mitades. Reserva.
También una bandeja para hornear de 9 X 13 con papel vegetal. Reserva.
Para el jarabe de azúcar:
Hierve el agua con azúcar para hacer jarabe de azúcar. Cuando se trata de hervir, reduce el calor y cocina durante otros 3-4 minutos.
Retira del fuego, enfría y añade el zumo de limón y agua de rosas. Reserva.
Para la torta:
Mezcla secos en un tazón los ingredientes (excepto la mantequilla, extracto de vainilla y yogur).
Derrite la mantequilla y mézclala con el yogurt y la vainilla. Mezcla ahora los ingredientes secos con la mezcla de mantequilla.
Pon la mezcla en la bandeja para hornear uniformemente.
Corta en forma de diamante con un cuchillo y decora cada pieza con almendras.
Calienta el horno a 180º . Hornea durante 35-40 minutos. Retira y vierte el jarabe de azúcar por todas partes.
Separa las piezas, enfría y sirve.
Blinis
Los blinis -blini es el plural correcto- son un básico de la cocina rusa y otros países eslavos, con diversas variaciones. Aunque en su origen se preparan con un diámetro mayor, estas pequeñas tortitas esponjosas son hoy muy populares en todo el mundo como base de canapés estilosos.
Ingredientes
1 huevo, 300 ml de leche, 2 ml de zumo de limón, 50 g de harina de trigo sarraceno, 40 g de harina de repostería, 3,5 g de levadura seca de panadería (medio sobre aproximadamente), una pizca de sal, 10 g de mantequilla y un poco más para cocinar y 5 ml de miel.
Elaboración
Es preferible acordarse de sacar todos los ingredientes un rato antes de la nevera, para atemperarlos. Combinar las harinas en un recipiente median, usando unas varillas finas para evitar los grumos, añadir la levadura de panadería y una pizca de sal, y mezclar bien.
Separar la clara de la yema del huevo y reservar. Separar 60 ml de la leche y mezclar con el chorrito de limón aparte, dejando que se corte. Calentar el resto de la leche con la mantequilla y la miel en un cazo a fuego muy suave, sin dejar que hierva.
Sacar del fuego, esperar a que esté templado y añadir la yema, batiendo con las varillas. Incorporar la leche reservada aparte, sin dejar de batir con suavidad. Agregar a la mezcla de harinas y combinar con las barillas hasta tener una masa homogénea sin grumos secos.
Tapar con un paño limpio y dejar fermentar durante una hora. Debe haber crecido y estar muy esponjoso, con apariencia muy húmeda. Montar entonces la clara de huevo reservada con una pizca de sal, casi a punto de nieve -que forme picos suaves-. Incorporar a la masa con movimientos envolventes.
Engrasar una una buena sartén o plancha antiadherente con mantequilla y calentar a temperatura media. Formar pequeños discos usando una cuchara de unos 15 ml de volumen, dando forma redondeada con el dorso. Se pueden hacer del tamaño que se desee, pero aquí nos interesa que sean pequeños, tipo canapé.
Cocinar unos 2-3 minutos, hasta que estén cubiertos de burbujas, y dar la vuelta con una espátula fina. Cocinar 1 minuto más por el otro lado o hasta que estén dorados, y retirar a una fuente, sin amontonarlos. Continuar hasta terminar con toda la masa. Es mejor no llenar demasiado la sartén de golpe.
Consejo: puedes añadirles dulces como chocolate fundido, nata, dulce de leche, mermeladas, sirope…
Victoria Sponge Cake
También llamada Sandwich Victoria, esta tarta consta de dos bizcochos, un relleno de mermelada de fresa o frambuesa, de manera opcional, nata o una rica buttercream de vainilla y se finaliza espolvoreando una generosa capa de azúcar glas. La tarta debe su nombre a la reina Victoria I de Inglaterra (1819-1901), quien se dice pidió pequeños dulces para saciar el apetito de sus cortesanos entre la hora del almuerzo y la cena y cuya solución de su dama de honor, la duquesa de Bedfordshire, fue servir pastelitos dulces con té. La tarta fue evolucionando a lo largo de los años, hasta llegar a la receta que actualmente conocemos probablemente en la década de los 50.
El secreto de este clásico inglés reside en su bizcocho jugoso, de apariencia similar a una esponja marina por su consistencia, que resulta perfecto no sólo para esta tarta inglesa sino para utilizar como base de muchas tartas. Vamos, un acierto seguro cuando preparéis las tartas de vuestras celebraciones.
Ingredientes
150 ml de aceite, 150 g de azúcar, 150 g de harina, 1 1/2 cucharaditas de levadura química, 3 huevos y 1 cucharadita de pasta de vainilla.
Para el relleno y decoración: mermelada de fresa o frambuesa, nata montada, fresas y azúcar glas.
Elaboración
Precalentamos el horno a 180ºC. Engrasamos y enharinamos dos moldes de 15 cm de diámetro o los rociamos con spray desmoldante.
Para comenzar, en un bol, tamizamos la harina y la levadura química. Reservamos.
Por otro lado, en otro bol, batimos el aceite, el azúcar y los huevos hasta que estén bien integrados.
Incorporamos la vainilla y la harina y mezclamos hasta que la masa sea homogénea.
Pesamos la masa y la repartimos equitativamente entre los dos moldes engrasados.
Horneamos 25-30 minutos a 180ºC o hasta que los bordes del bizcocho se separen ligeramente del molde y al introducir un palillo salga limpio.
Desmoldamos cuando el molde esté templado al tacto y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Igualamos los bizcochos con ayuda de un cuchillo de sierra o una lira.
Disponemos un bizcocho de base y le añadimos una capa de nata y luego mermelada. Cubrimos con el otro bizcocho y decoramos con azúcar glas tamizado y unas fresas.
Consejo: para elaborar esta receta te será muy útil tener dos moldes para el horneado. Puedes hacerlo sólo con uno, aunque el tiempo será mayor.
Alfajores
Los alfajores son un dulce típico de varios países de América Latina y se caracterizan por obtener una forma redondeada y estar rellenos de crema dulce. Los más famosos son los argentinos y los peruanos pero en la actualidad se preparan alfajores caseros en muchos otros países.
Ingredientes
250 g de margarina, 150 g de azúcar (3/4 taza), 3 yemas de huevo, 200 g de harina, 300 g de Maicena, 2 cucharaditas de polvo de hornear, 1 limón (o esencia de vainilla), 1 puñado de coco rallado, 400 g de dulce de leche
Elaboración
Para empezar con la preparación de los alfajores, coge un recipiente y mezcla la margarina con el azúcar hasta obtener una crema suave. Para ello, la margarina debe estar a temperatura ambiente.
Ahora, añade una a una las yemas de huevo e intégralas en la masa de los alfajores. Luego, ralla el limón e incorpora esta ralladura mientras sigues batiendo. Si lo deseas puedes sustituir este ingrediente por esencia de vainilla, el sabor de fondo de los alfajores caseros es al gusto. Llegados a este punto, precalienta el horno a 180 ºC.
Para seguir con la receta de alfajores, añade ahora la harina previamente tamizada junto con la maicena y los polvos de hornear. Puedes tamizarlo todo junto sin problemas, lo importante es que no te saltes este paso para obtener una mezcla mucho más lisa y suave.
Verás que conforme integras la harina deberás empezar a amasar con las manos; hazlo hasta obtener una masa consistente, espesa y sin grumos. Después, extiéndela con un rodillo dejando un grosor de 0.5 cm. Corta círculos medianos, de unos tres o cuatro centímetros de diámetro, y colócalos sobre la bandeja de horno previamente enharinada para formar los alfajores.
Hornea los alfajores durante 5-7 minutos aproximadamente, hasta que los círculos estén ligeramente dorados. Es importante que no las dores en exceso porque entonces quedarán unos alfajores caseros crujientes y no blandos.
Cuando estén listos, retíralos del horno y deja que se enfríen. Luego, coge uno de los círculos, unta dulce de leche y coloca otro círculo encima.
Por último, reboza el borde de los alfajores con coco rallado y espolvorea por encima un poco de azúcar glas.
Consejo: si las ganas de devorarlos no pueden contigo, puedes dejarlos todo un día reposar para que se impregnen de la humedad del relleno y los alfajores queden más suaves.